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martes, 12 de noviembre de 2013

21.- Vida de Vicente Arrando Cutanda (Parte II).

Vida  de Vicente Arrando Cutanda

“Un valiente en Filipinas”( Parte II)


El 23 de junio, Vicente fue destinado como excedente, de forma provisional y por orden del Capitán General de Cartagena, a la Plana Mayor de la Cuarta Brigada activa del Quinto Tercio activo de Cartagena. Sin embargo, el 28 de septiembre, por Real Orden del día 15 del mismo mes, fue destinado al Tercer Tercio del depósito de El Ferrol en calidad de expectación de pasaporte. Por lo que el día 30 fue dado de baja de su anterior destino provisional. Y estuvo esperando el medio de transporte que le llevase a su nuevo destino.



Calle mayor de Cartagena.

El 9 de octubre, Vicente se incorporó a su  nuevo destino en El Ferrol. Sin embargo, el 14 de octubre, fue dado de baja de la Plana Mayor de la Cuarta Brigada activa e incorporado a la Tercera Brigada del mismo Regimiento. 

El resto del año 1890 y todo el año 1891, Vicente se mantuvo de guarnición en el depósito del cuartel de El Ferrol.

El 4 de marzo de 1892 se le encargó la comisión de recibir en Lugo a los nuevos quintos asignados por sorteo. El 9 de marzo regresó a El Ferrol, después de haber cumplido el cometido de esa comisión.

Por Real Orden de 18 de junio, pero con antigüedad del día 1, Vicente ascendió a Sargento Primero y fue destinado al Primer Tercio del depósito y reserva. Por lo que causó baja de su anterior destino y quedó en expectativa de transporte. Sin embargo,  el 18 de agosto, Vicente consiguió permutar el nuevo destino con Félix Arias Rodríguez por lo que fue destinado a la Segunda Brigada del Tercer Tercio del depósito que se hallaba en Valencia, pero continuando en el Cuarto activo temporalmente en espera del transporte que le llevase hasta allí.

El 27 de septiembre, Vicente se incorporó a su  nuevo destino y pasó allí el resto del año 1892.

Puerto de Cartagena en el siglo XIX.

El 7 de marzo de 1893 fue nombrado como Sargento receptor de los quintos destinados a la zona.

El 9 de agosto de 1893 fue destinado por Real Orden a la Cuarta Sección del Cuadro de Reclutamiento de Valencia por lo que causó baja en su anterior destino aunque  quedó en la misma población en la que se hallaba.

El 29 de enero de 1895, se hizo cargo de su sección por haber fallecido el Capitán de la misma 
Del 13 al 18 de mayo fue nombrado receptor de quintos por lo que tuvo que trasladarse a Castellón para acompañar hasta Valencia a los quintos que habían sido destinados allí.

El 23 de septiembre, Vicente dejó de encargarse de su sección por haberse incorporado a su destino el nuevo Capitán de la misa propietario del cargo.

Del 1 al 6 de octubre de 1895 fue nombrado en comisión para acompañar a los quintos de Játiva asignados por sorteo a la zona de Valencia.

El 13 de noviembre fue promovido por Real Orden al empleo de Alférez de la escala de reserva. Y el 14 de Noviembre se le destinó a la Plana Mayor del cuadro de reclutamiento nº 3 de Cartagena por lo que cesó en su destino anterior y el 30 de ese mismo mes se incorporó a su nuevo destino. Sin embargo no duró mucho tiempo en él ya que el 6 de diciembre fue destinado de nuevo a la Cuarta sección del cuadro de reclutamiento nº 3 de Valencia donde se incorporó el 13 de diciembre.

Nombramiento de Alférez. Firmado por la Reina Regente en palacio el 2 de diciembre de 1895.

Puerto de Cartagena con el castillo al fondo..

Desde el 6 de abril hasta el 9 de julio de 1896 volvió a hacerse cargo de su sección por haber sido destinado el Capitán a la zona de Cartagena hasta que fue reemplazado por el nuevo propietario del cargo.

El 5 de septiembre de 1896 se recibió en el cuartel de Infantería de Marina de Valencia un telegrama del Ministro de Marina en el cual se le destinaba al Primer Batallón del Segundo Regimiento Expedicionario a Filipinas para combatir contra los independentistas tagalos que se habían levantado en el país. Por ello, el 7 de septiembre se presentó en Cartagena lugar desde donde partía el Batallón hacia las islas.


Publicado en La Correspondencia de España, 8 de septiembre de 1896. Vicente es enviado a Filipinas.

En Filipinas el descontento generalizado y la exclusión social a la que los colonos y religiosos sometían a los nativos  habían motivado un fuerte sentimiento de rechazo por parte de los tagalos que empezaron a crear asociaciones de tipo autonomista. Por ello, el gobierno había empezado años antes a enviar tropas a las islas que protegiesen a los españoles de los insurrectos. Sin embargo, ese año 1896 los filipinos, que hasta la fecha se habían mantenido mayoritariamente neutrales y calmados,  se empezaron a sublevar en masa. De hecho, el desarrollo de la Guerra de los Diez Años y el inicio de la Guerra de la Independencia Cubana que comenzó en 1895, alentó a los independentistas tagalos de la sociedad secreta conocida como Katipunan  a  sublevarse y la actitud del Gobierno español, que no supo proceder de manera justa y equilibrada ante el escaso grupo de rebeldes e intervino con demasiada fuerza, hizo que la sublevación se popularizase. 

Frailes dominicos españoles. Foto tomada entre 1875 y 1880. La principal causa de la rebelión tagala fue la tiranía, la opresión, y el racismo que mostraban las órdenes religiosas.

Un claro detonante de esta rebelión fue el hecho de que el ejército colonial, al mando del General Polavieja, apresó al tagalo José Rizal acusándole de complicidad con el Katipunan. Tras ser detenido, encarcelado y juzgado por las tropas coloniales, fue fusilado con lo que se innecesariamente se  prendió la mecha para que la sublevación se avivase y centenares de tagalos antes neutrales se uniesen a ella.

El 11 de septiembre de 1896, Vicente fue destinado a la 5ª Compañía de Batallón y el día 14 embarcó en el vapor correo “Antonio López” con destino a la capital filipina.



Fotografía del vapor correo “Antonio López”. Fue el primer barco español construido con casco de acero y uno de los primeros del mundo dotado de luz eléctrica.

Extracto del diario El Imparcial publicado el 8 de septiembre de 1896 donde se muestra que Vicente Arrando fue enviado a la Guerra de Filipinas. Esa misma noticia se publicó en los diarios La Iberia y La Correspondencia de España, ese mismo día.
Cartel publicitario de la compañía anunciando la salida del barco hacia Puerto Rico y La Habana.

Como hecho curioso, aunque lamentable, los barcos de esta compañía se encargaban de llevar a los soldados y marineros españoles hacia Cuba, Puerto Rico o Filipinas para luchar en la Guerra Hispanoamericana (Guerra de Independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, con enfrentamiento final entre Estados Unidos y España con nefasto resultado para España). El caso es que el gobierno español pagaba 32 duros por enviar a los soldados a la guerra en ultramar y otros 32 para repatriarlos cuando volvían en un estado lamentable, medio desnudos, enfermos, heridos, desnutridos, hacinados (ya que hasta los baños se habilitaban como camarotes) y, en fin, hechos una piltrafa. Eran numerosos los casos de enfermos de gravedad, a bordo del “Isla de Panay”, repatriados desde Cuba que, al morir durante la travesía, eran arrojados al mar para regocijo de los tiburones. Lamentable ejemplo de cómo se negocia con las vidas humanas y de cómo siempre hay empresas que amasan inmensas fortunas en tiempos de guerra.

Interior de vapor “Isla de Panay”, entrada a la cámara. Foto tomada en 1919.

Tras un mes de travesía como pasajero a bordo del “Antonio López”, Vicente llegó a Manila el 12 de octubre, pero no desembarcó a tierra hasta el día después.

Fotografías tomadas del recibimiento al Batallón expedicionario en octubre de 1896. Desembarcaron 22 oficiales y 895 soldados. En los carteles del puerto de Manila se puede leer “Viva España. Viva el rey”. Entre ellos Vicente Arrando Cutanda como Sargento Primero.


Desfile de los hombres del Batallón expedicionario marchando por las calles de Manila (octubre de 1896)

Fotografía de la Compañía, recién llegada a Manila, posando para una foto en grupo. Octubre de 1896. Suponemos que entre los soldados de la primera fila (los que poseen espada de oficial) se hallaba Vicente.
Por esas fechas los tagalos que residían en la provincia de Bulacán (situada al Norte de la Bahía de Manila en la isla principal de Filipinas, llamada isla de Luzón) habían fundado la República de Kakarong al nombrar como independiente a la población de dicho nombre y, a su vez, la habían convertido en toda una ciudad-fortaleza ya que contaba con un ejército de entre 3000 a 6000 hombres. Por ello, el 18 de octubre, Vicente recibió su primera misión, ya que se le encomendó dirigir el mando de una sección que debía cubrir el puesto avanzado del monte Dulú de los ataques de las  guerrillas filipinas. Y allí estuvo con sus hombres, durante 10 días, protegiendo el lugar hasta que, el día 28, fueron relevados por otro destacamento.

Soldados españoles luchando contra los insurrectos filipinos entre el bamboo.

Soldados españoles defendiendo una casa.

Ese mismo día, 28 de octubre de 1896, se dirigió con su destacamento a Manila y embarcaron en dirección a Cavite (pueblo de pescadores que se hallaba a  30 Km al Sur de la Bahía de Manila y que recordemos que, tal y como se explicó anteriormente, era arsenal de armas y astillero del ejército español con lo cual era un claro objetivo para el enemigo).  Allí, Vicente permaneció, hasta el 8 de noviembre, realizando servicio de trinchera, es decir, protegiendo el arsenal de los ataques enemigos. También creemos que él y sus hombres se dedicaron a bombardear desde la costa de Cavite las fortificaciones que los revolucionarios habían construido a base de levantar empalizadas en Bacoor, Noveleta (especialmente la zona de Dalahican y Dagatan), Binakayan y Cavite Viejo, ya que esas fueron las órdenes que emitió el Gobernador General Ramón Blanco y Erenas a las tropas de la zona compuestas por un escuadrón de 1.328 soldados y 55 oficiales.

Fotografía de Vicente Arrando Cutanda tomada en Filipinas vestido con el uniforme característico de Infantería de Marina de la Guerra de Filpinas. Podemos observar la espada y el revólver característico de los oficiales.
Antigua postal donde se pueden ver algunos pescadores de Cavite Viejo. Foto tomada en el año 1900.


Empalizada fortificada construida por los españoles alrededor del poblado de Dalahican, Noveleta, en la provincial de Cavite.
Los revolucionarios enemigos del Katipunan eran muy superiores en número ya que formaban un ejército de 112.000 hombres, de los cuales 35.000 eran soldados mal equipados y más de 60.000 milicianos. Éstos habían construido más de una milla y media de una profundísima zanja fortificada y largas empalizadas entre Noveleta y Dalahican que cada día iban alargando en dirección a Cavite. Por ello, el Gobernador Blanco, temiendo que la capital de la provincia cayese en manos enemigas, ordenó una serie de ataques a las empalizadas enemigas entre Cavite y Noveleta. Sin embargo, al ocupar los insurrectos cada vez más terreno, el Gobernador General Blanco ordenó traer refuerzos (8.000 hombres) para intentar ganarle terreno al enemigo y defender Manila y sus provincias adyacentes.

El 8 de noviembre, Blanco le encargó al coronel José Marina que comandase el ataque frontal de Binakayan en Cavite Viejo. La columna asignada a Marina incluía alrededor de 12.000-15.000 hombres, entre ellos más de 5.000 españoles: 1600 hombres de Infantería de Marina (entre ellos Vicente), dos compañías del Regimiento 73 formado por nativos filipinos, una compañía de artillería, 10.000 mercenarios nativos,  60 ingenieros militares de la 6ª Compañía de Ingenieros, dos buques de guerra (el “Castilla” y el “Reina Cristina”) y cuatro cañoneras (“Bulusam”, “Leyte”, “Villalobos” y “Cebú” que tenían la orden de destruir las empalizadas de Noveleta y Cavite Viejo)

Soldados españoles luchando contra rebeldes filipinos, año 1896.


Fotografía del Coronel José Marina Vega. Comandante en jefe de la Segunda Brigada. Foto tomada en Manila en 1897.
 Este fue el ataque que hoy en día se conoce como Batalla Binakayan-Dalahican, ya que tuvo lugar a orillas del río Binakayan, al lado de la ciudad de Cavite y de Dalahican (pueblo que se consideraba estratégico ya que se conectaba a Cavite mediante un lago interior custodiando la entrada a la península de Cavite). Este pueblo consistía en una serie de fortificaciones de bambú construidas por los soldados españoles en septiembre de ese mismo año y conocidas como “baterías 1, 2 y 3”.

Soldados españoles rezando en el poblado de Dalahican, provincial de Cavite, suponemos que antes de la batalla.
 Por ello, el 9 de noviembre de 1896, Vicente, al mando de sus hombres, recibió la orden de formar la extrema retaguardia en el ataque que se hizo de las posiciones enemigas y en el que también luchaba la guardia civil. El asedio empezó a las 6 de la mañana cuando dos columnas de soldados españoles se dirigieron, una a Binakayan, bajo el mando del Coronel José Marina, y otra a Dalahican, bajo el mando del General Diego de los Ríos. Sin embargo ninguna de las dos columnas lograron traspasar la inmensa zanja enemiga y las trincheras desde donde les disparaban los tagalos una intensa lluvia de proyectiles con sus fusiles Remington, mosquetones y rifles Mauser alemanes. Además, los soldados filipinos, que les superaban en número, lograron frenar el avance español con sus ataques y los refuerzos (los 8.000) no lograron llegar a tiempo debido a que los nativos habían destruido el puente sobre el río Imus en Mabolo, que conectaba la ciudad de Bacoor con Cavite Viejo, para dificultar el avance del ejército español.

Eta batalla supuso dos días de intensa lucha en la que el ejército español se tuvo que retirar desmoralizado y en desorden ante la primera victoria importante filipina, debido a la superioridad numérica del enemigo y a que el General Comandante de las tropas coloniales había sido asesinado en otra batalla en agosto y el Comandante de la Guardia Civil, en septiembre, con lo cual carecían de un claro y competente liderazgo con experiencia en la zona. Por ello, algunos soldados españoles altamente desmoralizados se retiraron a sus barcos o se dirigieron de vuelta a Manila. Vicente luchó en dicha batalla hasta que se le ordenó la retirada hacia Dalahican donde continuó 

Sin embargo, esta batalla se prolongó durante 36 horas más, ya que el Gobernador General Blanco mandó a 3.000 soldados que marchasen hacia Dalahican al ataque de la posiciones enemigas. De este modo, Vicente quedó en el campamento de Dalahican   con su batallón, por el resto del año y gran parte del siguiente, prestando sus servicios de avanzado al frente del enemigo.

Fotografía del General Ríos en el campamento de Dalahican, año 1897.

Como pasaba en la Guerra de Cuba, las condiciones de vida de los soldados españoles eran extremadamente duras ya que estaban sometidos a las inclemencias del tiempo y el clima, a la orografía del terreno, a las incomodidades de la vida diaria y a las pésimas condiciones en las que se hallaban, al riesgo al que estaban constantemente sometidos, al agotamiento físico, a los mosquitos y a las enfermedades tropicales (como el tifus, la malaria y la fiebre amarilla) y a las propias de las escasas condiciones higiénicas de sus alimentos (diarrea, disentería, gastroenteritis,…). Además, las guerrillas rebeldes contra las que combatían contaban con la ventaja de luchar en terreno propio y hallarse plenamente aclimatadas a su medio.


Soldados españoles cocinando en Filipinas, año 1896. Se puede ver a uno con un machete despedazando alguna pieza de carne, otro calentando agua en cubos o cocinando en ellos, así como lass pocas condiciones higiénicas con las que se podía preparar la comida.
Sargento español en 1896

Estando en plena Guerra de Filipinas, en 1897, Vicente es informado de que su esposa Juana Francisca había fallecido. 

El  3 de marzo de 1897, Vicente salió del campamento de Dalahican hacia Manila, donde llegó a las 12 de la noche, y quedó en la capital de guarnición. Sin embargo, el día 8 de ese mismo mes, se dirigió con su batallón hacia Las Piñas, donde llegaron a la una de la madrugada del día siguiente y quedó prestando el servicio avanzado al frente del enemigo.

A mediados de marzo los españoles ya casi habían conseguido dominar el territorio y dispersar a los tagalos insurrectos evitando cualquier tipo de contingente bélico de determinada importancia.
  
El 26 de marzo, Vicente tomó el puente sobre el río Zapote con sus hombres formando la extrema vanguardia al frente de su sección. Para ello, tuvieron que cruzar el río a nado y en silencio para sorprender al enemigo. En esta acción, consiguieron tomar el puente y atrapar a tres prisioneros que llevaron con ellos de regreso a Las Piñas.

Fotografía de soldados españoles sobre el puente del río Zapote en la provincia de Cavite, tomada el 3 de junio de 1998.

Al día siguiente, 27 de marzo de 1897, Vicente y sus hombres salieron de Las Piñas con la misión de tomar el poblado y la hacienda de San Nicolás. Allí permanecieron de guarnición durante dos días.

Soldados españoles frente a la Iglesia de San Nicolás de Tolentino en Parañaque, situada unas pocas millas al Sur de Manila. Foto tomada en 1898.

El día 29, Vicente salió de marcha hacia Bacoor con las compañías 5ª y 6ª de su Batallón. Tras 59 kilómetros de dura marcha por la espesa selva filipina, llegaron a su destino a las 9 de la noche.

Oficiales españoles en Baccor, provincia de Cavite, posando ante el tribunal municipal. Foto tomada en 1897.
El 1 de abril, Vicente realizó un reconocimiento de la zona al frente de las dos compañías (5 y 6ª) en dirección al pueblo de Tuiriz, regresando de nuevo a Baccor cuando ya había entrado la noche. El día 3 volvió a salir hacia Cavite Viejo donde quedó con 4 compañías de su batallón prestando el servicio de avanzado y trincheras.

El día 21 de abril de 1897, Vicente tuvo que hacerse cargo del mando de su compañía por haber sido dado de baja el Capitán que la dirigía. Y el 23 dirigió a sus hombres desde Bacoor hacia Cavite Viejo donde quedaron destacados hasta final de mes.

El día 1 de abril, Vicente salió al mando de  su compañía desde Bacoor hacia Tuiriz, pero tuvieron que pernoctar en el poblado Pérez Damariñas  donde se incorporó a la Brigada Castor. El día 2 salieron de madrugada desde Pérez Damariñas 

El 5 de agosto de 1897, Vicente embarcó en el vapor León XIII como pasajero de regreso a la Península Ibérica donde llegó un mes más tarde, el 4 de septiembre. En un diario escrito por otro soldado español explica que las condiciones de regreso a España eran tan duras que a bordo del León XIII se declaró una epidemia de sarampión haciendo aún más difíciles las condiciones en las que viajaban (no sabemos si esta epidemia fue declarada en el viaje de regreso de Vicente o en otro, pero nos hacemos cargo de las dificultades que atravesaron). 


Fotografía del vapor León XIII de la Compañía Transatlántica. Este barco fue destinado a la línea de Filipinas. Tenía una capacidad de 93 pasajeros en 1ª clase, 58 en 2ª y 1198 de 3ª (denominados “emigrantes”).
  
Sala de música interior del León XIII (1ª clase). Foto tomada en el año 1894.


Sala de fumadores del León XIII (1ª clase). Foto de 1894.

Ese mismo año, 1897, a Vicente se le concedieron dos Cruces de 1ª clase al Mérito Militar Naval con distintivo rojo por la Guerra de Filipinas, una otorgada el 12 de agosto de 1897 y otra el 10 de mayo de 1898, por la haber participado en los combates ocurridos en el Barranco de Simbau  y haber participado en la toma de Judang los días 3 y 4 de mayo de 1897.

Imagen: Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar Naval con distintivo rojo. A Vicente Arrando se le concedieron dos  por la Guerra de Filipinas: una, el 12 de agosto y otra, el 7 de septiembre.

El 16 de octubre de 1897 se le concedió una licencia de cuatro meses por enfermedad (esta licencia se inició el 28 de octubre y finalizó el 28 de febrero de 1898). Sin embargo, esta licencia creemos que no se debió a un motivo de salud sino a otro mucho más alegre, ya que el 18 de octubre de 1897, a los 40 años de edad, Vicente contrajo segundas nupcias con Francisca Rosario Gabarrón Rodríguez, de Águilas (Murcia) e hija de Ramón y María. Por aquel entonces él tenía fijada su residencia en Valencia. El enlace se celebró en la Iglesia Castrense de Santo Domingo. (El hecho de que ella fuese murciana nos hace presuponer que tal vez conociese a su futura mujer a través de su hermano Emilio, casado con su prima, Regina Milagros).

Francisca tenía dos hijos que dejó a cargo de su hermana en Águilas (Murcia). Ella y Vicente tuvieron tres hijos de su matrimonio:  Julia, Modesto y Regina. Curiosamente años más tarde un hijo de ella, Juan Victoria se casó con Concepción Arrando Cambón, la hija menor de Vicente, fruto de su primer matrimonio.

Fotografía de,  Francisca  Rosario Gabarrón Rodríguez (Rosario para su familia) ,  la segunda esposa de Vicente Arrando. En la foto se encuentra con su hija Regina y dos de sus nietos, Juan y Vicente Victoria Arrando, hijos de uno de los  hijos de Rosario (nacidos antes del matrimonio con Vicente)  llamado Juan Victoria Arrando con Concepción Arrando Cambón.

El año 1898 fue un año nefasto para España ya que el ansía de colonialismo de varios países, para los cuales poder era sinónimo de expansionismo colonial, hicieron de España un objetivo y una presa fácil debido a la inestabilidad política y económica por la que atravesaba el país.

Hasta ese año, España mantenía tres grandes y valiosas colonias: Cuba y Puerto Rico (en el Caribe) y el archipiélago de Filipinas (con más de  3000 islas, en el Océano Pacífico). El Imperio alemán ansiaba las islas Filipinas, al igual que el de Estados Unidos (que ansiaba expansionarse como las grandes potencias europeas, y también deseaba Cuba y Puerto Rico). Y el Reino Unido se había planteado como objetivo las Islas Canarias y una guerra en Filipinas entre España y Estados Unidos le ayudaría a sacar partido de ello, con lo que se convirtieron en sus aliados.

Por un lado, el Cónsul norteamericano en Singapur prometió la ayuda de Estados  Unidos a Emilio Aguinaldo, el principal líder de la sublevación filipina, si regresaba a Filipinas a encabezar la insurrección. El caso es que Emilio Aguinaldo se había retirado de su país porque el Gobierno español le había pagado una buena suma de dinero a cambio de que se exiliase del país y abandonase la dirección del Katipunan. De este modo el líder independentista filipino no se lo pensó dos veces y regresó a su país ante la promesa estadounidense, mientras la flota americana liderada por el Comodoro Dewey se estaba acercando a aguas españolas en Filipinas.

Fotografía de Emilio Aguinaldo, líder de la independencia filipina.

En enero de ese mismo año, Estados Unidos mandó el acorazado de segunda clase Maine a la isla de Cuba (saltándose los acuerdos diplomáticos que ya estaban en curso entre ambos países) con el pretexto de proteger los intereses de los residentes norteamericanos en la zona, pero para intimidar y provocar realmente al gobierno español. El 25 de enero, el Maine entró en la Bahía de La Habana sin previo aviso. Y a las 21:40 horas del 25 de febrero una explosión (que hoy en día se considera de carácter interno) hizo saltar al “Maine” por los aires dejando 254 soldados muertos y 2 oficiales (de sus 355 tripulantes, el resto se salvó porque irónicamente estaban en un baile que las autoridades españolas habían dado en su honor). Sin esperar a que se terminase una investigación, el gobierno de Estados Unidos declaró la guerra a España, a pesar de que España ya había firmado un acuerdo para abandonar Cuba y dejársela a los cubanos. 

Las principales causas que hacían  argumentar el hecho de una explosión interna del “Maine” fueron que si se hubiese tratado de una explosión externa como una mina o un torpedo hubieran habido peces muertos en el puerto (cosa que no sucedió) y además no hubiesen reventado los pañoles de munición como sucedió en esa fecha. Sin embargo, fuese accidental o provocado, Estados Unidos aprovechó la situación para iniciar el conflicto bélico. España, temerosa de la que se le echaba encima, pidió una comisión internacional que arbitrase en el conflicto, pero Washington se negó.



Imagen: Fotografía del acorazado USS  “Maine” entrando en el Puerto de la Habana.

Restos del acorazado Maine hundido en la Bahía de La Habana


El USS Maine hundiéndose tras ser reflotado y remolcado desde el Puerto de La Habana.

Diez días después del hundimiento del “Maine”, el Comodoro Dewey recibió la orden de dirigir la flota americana hacia Filipinas y prepararse para atacar. El 25 de abril llegó a Hong Kong para unirse a la flota y dirigirse hacia el archipiélago filipino. Por el camino desde Hong Kong hacia Filipinas fueron realizando prácticas de tiro cada dos días para prepararse ante la inminente guerra. Y el 30, fondearon frente a las costas del arsenal de Cavite, en la Bahía de Manila.

El 1 de mayo de 1898, la moderna flota americana se enfrentó a la española, que contaba con barcos averiados u obsoletos: dos cruceros de casco de madera (el “Reina Cristina” y el “Castilla”), dos cruceros averiados (el “Velasco” y el “Ulloa”) y tres cañoneros pequeños de mediano calibre (uno estaba inutilizado y otro se hallaba en el Sur del archipiélago). En cambio: la americana contaba con buques modernos, armamento de gran calibre y de tiro rápido, con lo que no le resultó difícil derrotar a la armada española.

La Batalla de Cavite tuvo nefastas consecuencias para la Marina. Y el 3 de julio, otra derrota naval, la de Santiago de Cuba dio lugar a la pérdida de las colonias españolas  y España vio cómo poco a poco se desvanecía el sentimiento de orgullo nacional ante la idea de que poseía  un  inmenso Imperio sobre el que “nunca se ponía el Sol”.

Restos del barco español “Reina Cristina” tras la Batalla de Cavite.

En junio de 1898, se presentaron en la Bahía de Manila varios barcos de diferentes países (ingleses y alemanes) preparados a desembarcar en caso de que fuese necesario. El Imperio alemán albergaba la esperanza de que España le cediese las islas filipinas y el gobierno español empezó a barajar seriamente la posibilidad; sin embargo la negativa de los ingleses, que no querían que los alemanes dominasen el pacífico, les hizo desistir de la idea.

Ante la presión internacional, España mandó la anticuada y escasa escuadra naval de reserva que le quedaba libre (unos cuantos acorazados, mercantes armados y unidades menores) y que no suponía competencia real para la flota americana. Sin embargo, cuando intentaron cruzar el canal de Suez (bajo dominio inglés) el gobierno egipcio les negó el carbón necesario para llegar al Pacífico y tuvieron que regresar a Cádiz, con lo que se desvaneció toda esperanza de defender seriamente Filipinas.

El 30 de julio los combates tagalos se intensificaron, envalentonados por la presencia de la armada estadounidense; pero los soldados españoles les repelieron, llegando a luchar incluso cuerpo a cuerpo. El 7 de agosto, Estados Unidos lanzó un ultimátum para que España evacuase a los civiles en 48 horas, ya que en ese plazo comenzaría el bombardeo de la capital. Sin embargo, ese ultimátum estaba emponzoñado ya que los civiles españoles, a su vez, no podían ser evacuados ya que estaban rodeados por mar, por la flota enemiga en la Bahía de Manila, y por tierra, por los tagalos. Además, las vías telegráficas habían sido cortadas por el enemigo y cuando el mando del ejército español pidió poder consultar por telégrafo al gobierno de la península español, la solicitud fue denegada.

El día 13 de agosto, de madrugada, la flota americana comenzó a bombardear la capital, a pesar de que el día 12 se había  firmado un armisticio entre España y Whashington ya que España había pedido negociar la paz. Manila apenas si pudo aguantar unas horas y se rindió al enemigo perdiendo, de este modo, la guerra y poniendo punto y final a la Guerra de Filipinas con la entrada de las tropas americanas.

El 10 de diciembre de 1898, en el tratado de París, España concedió la independencia a Cuba (aunque bajo dominio estadounidense) y  cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos que consiguió así su objetivo de convertirse en una potencia colonial. La derrota de España se convirtió en el “desastre del 98”. España recibió en compensación 20 millones de dólares, pero no tuvo más opción que firmar la cesión de los territorios ya que los requisitos americanos era muy claros: si España no aceptaba sus condiciones, al día siguiente iniciaban de nuevo la guerra.

El 1 de abril de 1900, Vicente fue condecorado con la Medalla de la Campaña de Filipinas.

Imagen: Medalla de Filipinas. En el anverso se puede ver la efigie del rey niño y se puede leer: “Alfonso XIII, Al ejército de Filipinas”. Y por el reverso se puede leer: “Valor, disciplina, lealtad 1896-1898”.
Extracto de la noticia publicada en el diario El Correo Militar el 18 de abril de 1890 en ella se nombra que se la otorgado la medalla de Filipinas.

Noticia de prensa histórica del diario La Correspondencia Militar publicado el 1 de mayo de 1901 donde se habla del ascenso de Vicente a Alférez.
El 22 de mayo de 1901, el Capitán General de Cartagena le expidió un salvoconducto para que pudiera residir entre Fanzara (pueblo donde había trabajado como maestro su padre, Juan Francisco, y, ahora viudo, vivía desde que se había retirado en 1892), Castellón y Valencia en situación de excedente.

Fotografía de Fanzara en el siglo XX.

El 5 de septiembre de 1901 se le destinó a la sección de ayudaniía de guardias del arsenal de Cartagena donde se presentó el 30 de octubre para tomar posesión del cargo.


Fotografía de marineros y obreros del arsenal de Cartagena posando. Foto tomada en 1897.
 El 13 de noviembre se le concedió la excedencia voluntaria porque creemos que tenía intención de visitar a sus familiares de Barcelona, Castellón y Valencia (lugares donde residían algunos de sus hermanos y sobrinos). Esta excedencia resultó prolongada. 

Sin embargo, el 16 se trasladó hasta Fanzara y allí continuó hasta finales de año, todo el año siguiente y gran parte de 1903, es decir un total de 19 meses; (por ello suponemos que su padre, de 79 años de edad,  se encontraba en una situación de salud delicada y Vicente, el único que permanecía viudo, se dedicó a cuidarlo).

El 1 de julio, Vicente trasladó temporalmente su residencia a Gandia (Valencia) y allí permaneció 11 meses hasta que el 9 de abril de 1904, decidió volver a Fanzara. 

De nuevo en el pueblo donde su padre vivió sus últimos días, Vicente pasó 39 meses, es decir desde el 9 de abril de 1904, hasta finales de junio de 1907.

El 1 de julio de 1907, a los 50 años, Vicente fijó su residencia en Barcelona. 

El 29 de enero de 1908, causa baja definitiva en el cuerpo ya que por Real Orden se le concedió el retiro del servicio. Su pensión mensual ascendía a 168,79 pesetas que cobraba por medio de la Delegación de Hacienda de Barcelona (D O nº 22, página 136). Sin embargo el 2 de junio el Consejo Supremo de Guerra y Marina le concedió una mejora de su pensión con un  aumento a 187,50 pesetas mensuales. 

Certificado del Rey Alfonso XIII otorgando a Vicente Arrando el retiro con pensión. Firmado por el rey en palacio el 9 de marzo de 1908.
El 29 de julio de 1911, por Real Decreto, se le promovió al empleo de Capitán de la escala de reserva disponible  del cuerpo de Infantería de Marina en situación de retirado con la antigüedad del 4 de diciembre de 1903 (D.O nº 145 y 150).  Además, el 9 de septiembre de ese mismo año se le asignó una pensión de 262,50 pesetas a cobrar en la Delegación de Hacienda de Barcelona con la antigüedad del 1 de febrero de 1908.

El 12 de enero de 1913, Vicente cumplió la edad reglamentaria de 56 años para el retiro forzoso (dentro de su grado de Capitán). Había cumplido 35 años, 7 meses  y 5 días de servicio efectivo que con los abonos recibidos por la Guerra de Filipinas de 9 meses y 3 días se convirtieron en el total de 36 años, 4 meses y 8 días con los que optaba a recibir una condecoración de la Real Orden de San Hermenegildo.

El 21 de julio de 1913, el Consejo Supremo de Guerra y Marina del Ministerio de la Guerra le concedió la Cruz Sencilla de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo con la antigüedad del  22 de septiembre de 1901, según consta en el D O del Ministerio de Marina nº 173, página 1291.

Imagen: Cruz Sencilla de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Premio a la constancia militar; a Vicente se le concedió el 22 de septiembre de 1901 por 25 años de servicio militar.
Extracto del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, publicado el miércoles 23 de julio de 1913 con la relación de oficiales que recibieron ese año la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Extracto del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, publicado el miércoles 23 de julio de 1913 con la relación de oficiales que recibieron ese año la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Fotografía de la Cartera de Identidad de Marina de Vicente Arrando Cutanda. Firmada por él el 22 de septiembre de 1913.
Cubierta de la Cartera de identidad de Marina de Vicente Arrando Cutanda que conservan sus descendientes
El 10 de febrero de 1914 se le incluyó en la escala de aspirantes a cobrar pensión de la Real y Militar orden de San Hermenegildo con la antigüedad del 22 de septiembre de 1909 (D O nº 35, página 226)

Documento anexo a su expediente militar donde se nombra a Vicente aspirante a la escala d pensión retribuida por la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (21 de febrero de 1914).

Vicente Arrando Cutanda falleció en Barcelona el día 4 de diciembre de 1927 a los 70 años de edad.

Según  su nieta, Margarita, su madre, Regina, le explicaba que su abuelo era una bellísima persona,  muy educado, con mucho sentido común y muy familiar. A su vez, era muy apreciado en Fanzara ya que, cuando se encargaba de los quintos, procuraba que tuviesen algunos permisos en épocas de siembra o cosecha para que pudiesen ayudar a sus padres en el campo.

A pesar de vivir en tierra firme durante sus últimos años siempre tuvo muy presente el mar. Un ejemplo de ello lo demuestra el hecho de que pintó un barco junto a uno de los balcones de su casa de Fanzara.

Fotografía de Vicente Arrando Cutanda de mayor.


Queremos agradecer a Margarita Catalán Arrando y a sus hijos su cooperación, ya que sin ellos este capítulo no hubiera sido posible.
Fin
Lupe